10 COSAS QUE HACEN LOS MATRIMONIOS FUERTES
Fuente: Revista B&T
Por: carlos Santiago Cano
No han sido pocos los casos con que me he topado en los últimos días, de parejas que atraviesan por situaciones de crisis que ponen a tambalear el amor en su relación, su autoestima y por supuesto su visión del futuro. Seguramente al leer estas líneas pensarás en la cantidad de casos a tu alrededor en los que dices “pero si se veían tan bien…”, “¿qué es lo que está pasando que tantas parejas están rompiendo?”… es mucho más inquietante cuando muchas de esas relaciones han sido para ti un ejemplo y hubieras metido las manos en el fuego por ellas.
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Podríamos pensar que hay muchas situaciones que hacen difícil mantener un matrimonio satisfactorio hoy en día. El lugar que ha llegado a ocupar el trabajo en nuestras vidas, las nuevas tecnologías que siempre representan un reto para el encuentro cara a cara y corazón a corazón, los tiempos de desplazamiento propios de un mundo más complejo y agitado, las tantas necesidades que nos hemos creado y que nos llevan a robar tiempo en familia y en pareja para así producir más… Sin embargo escribo estas líneas pensando en lo que se podría hacer en la vida de pareja, para que a pesar de todas las circunstancias externas y del ambiente, saquemos adelante uno de los proyectos más importantes de nuestra vida.
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Seguramente todos nos casamos con la idea de tener un matrimonio feliz y satisfactorio en donde el amor hacia el otro se mantenga fuerte, constante y chispeante. Esa realidad habla de la buena intención con que tomamos esa decisión. Sin embargo, el matrimonio, al igual que otras relaciones afectivas que sostenemos con quienes nos rodean, se da en unas condiciones muy distintas a las ideales. Condiciones de la vida real, en las que lejos de la perfección, podemos ser muy felices. El amor matrimonial está en crisis, como lo están las diferentes formas de amar: El amor hacia los familiares, el amor hacia los amigos, el amor a nosotros mismos, el amor a Dios… Podría decirse que uno de los grandes dilemas de la existencia humana y que además, da sentido a nuestra vida, es cómo aumentar la capacidad de amar que tenemos. Como terapeuta puedo advertir que las crisis se aproximan cuando no hacemos consciente el acto de amar. Dicho acto se nos va quedando en lugares secundarios, reemplazado por otras cosas a las que dedicamos más cuidado, empeño y arte.
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A diferencia de los otros tipos de amor, el amor matrimonial se construye siempre entre dos, que se hacen verdaderamente uno al tomar la decisión de ser el uno, parte del otro. Es la decisión de ser esposos lo que define y determina la relación. No es cuestión de herencia genética, cercanía de parentesco u obligatoriedad. Es la decisión de ambos y esto convierte al matrimonio en la relación de Amor Libre por excelencia, a diferencia de lo que se piensa culturalmente. No podemos tener ex hijos, ex papás o ex hermanos… Es la única relación que se establece plenamente en un acto de libertad que se prolonga, -y esto es parte de la clave- en el día a día. Si lo que mantiene vivo el amor del matrimonio es el SI que se dieron un día, frente al altar… qué verdadera es la afirmación de que “se nos acabó el matrimonio”. Por eso es importante pensar en lo que se puede HACER y no en lo que podemos sentir o dejar de sentir. Las ganas, la pasión, el enamoramiento, la motivación en seguir haciendo parte de un matrimonio, son aspectos que hacen parte de la afectividad y la afectividad es por naturaleza variable, tornadiza, determinada por el vaivén de otros factores. Por otro lado, vivir el amor de manera consciente, es el mayor potencial que podemos alcanzar. Es un potencial que está más relacionado con lo trascendental, lo racional y por supuesto con lo que día a día hacemos para enriquecer. Se requiere entonces de querer, por supuesto. Pero también de Saber y Poder.
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¿Cuál es la base de la relación? ¿Un amor fuerte?, ¿personalidades compatibles?, ¿una pasión intensa?
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No. La base de la relación es la comunicación. Una comunicación satisfactoria, permite construir una relación estable. Aún en aquellas relaciones cuya base no es el amor conyugal. Relaciones laborales, de estudio, con los familiares, etc. Una relación que está bien cimentada en una comunicación clara, satisfactoria, alcanza los objetivos que se propone. ¿Cuáles son los objetivos del matrimonio? Alcanzar juntos las metas, formar juntos los hijos, satisfacer juntos sus necesidades emocionales, materiales, espirituales. Los matrimonios fuertes, nos enseñan 10 pasos para una comunicación inteligente y asertiva. Tienen que ver con asuntos más profundos que se reflejan en la manera en que nos hablamos, nos referimos al otro y conseguimos hacernos entender. Es una cuestión más de “forma”, pero que toca el “fondo”.
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Todo lo que hasta ahora he planteado se refleja en primer lugar en la cercanía –o lejanía- afectiva que tengamos. Nos empezamos a dar cuenta de que las cosas no están bien del todo cuando nos sentimos alejados, distantes del otro. Las caricias, las miradas, el contacto físico y sexual, el clima emocional de la relación cambia. Podríamos quedarnos esperando a que algo mágico ocurra y la chispa del deseo vuelva a la normalidad, a sus mejores épocas… sin embargo los matrimonios fuertes, hacen lo contrario: Así como es allí, en la intimidad, en donde primero se refleja la distancia, es allí en donde se debe empezar a trabajar. La intimidad de la pareja no es solo un aspecto sexual, de ritmo o de frecuencia. En el matrimonio es algo más relacionado con el espíritu y la entrega.
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Cada día es una oportunidad para construir un matrimonio fuerte, intenso y feliz. En ese día a día está la clave. Podemos cambiar la historia de nuestra vida amorosa en el matrimonio con pequeñas decisiones y no esperar a que sea el otro quien tome la iniciativa. Los recuerdos, nuestra relación con el pasado, el modo en que nos referimos a nuestra relación, son aspectos importantes de la manera en que se asumirá lo que viene. Es un asunto no de perfección, mucho menos de suerte. Los matrimonios fuertes y felices, son matrimonios imperfectos en los que se trabaja en equipo.
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Partiendo de las observaciones del Dr. John Gottman, podrían identificarse algunas características que los matrimonios fuertes conservan en su manera de hacer frente a los problemas. Son algunos hábitos, conscientes o no, que enriquecen la vida cotidiana. Son esas señales que no podemos dejar pasar por alto y que pueden ser un indicativo de que nuestra relación está en riesgo. Siempre la estabilidad de nuestra relación y la llama de ese amor han estado en riesgo en algún momento. Por eso es tan importante “ver venir” los riesgos y actuar. En esos momentos de crisis, los matrimonios fuertes DECIDEN PERDONAR, CAMBIAN LA CONDUCTA y RENUEVAN LA MENTE. Entienden que la única manera de salir de la crisis es actuar, cambiar actitudes y no sentarse a esperar. Los siguientes rasgos, constituyen un factor protector poderoso ante la tendencia natural al fracaso del amor y son rasgos que se pueden ver con frecuencia en los matrimonios que aun viviendo las crisis, logran superarlas.
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1. Acuden a la queja, no a la crítica
Saber decir lo que no nos gusta o lo que quisiéramos que cambiara sin hacer una descripción negativa sobre la personalidad del otro, es un arte. Paradójicamente si vamos a un restaurante y algo no nos gusta, nos limitamos a eso, a expresar lo que no nos gusta, esperando que sea resuelto de inmediato o que sea tenido en cuenta para una próxima oportunidad. No nos centramos en poner en duda la buena intención del personal del restaurante, ni tampoco nos empeñamos en regañar a nadie. Damos por sentado que fue un error y que al decirlo, seguramente no se repetirá. Esa misma actitud es la que resulta muy sana en la relación de pareja. Es distinto decirle al otro por ejemplo: (Queja) “No le puse gasolina al carro porque me dijiste que lo harías y tuve que desviarme del camino para ir a la estación de gasolina, por lo que perdí 15 minutos y llegué tarde” (Crítica) “¡Que desconsiderada e incumplida eres, no pusiste gasolina al carro y por tu culpa llegué tarde a la oficina!”
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2. Saben identificar
Ven con anticipación esos virus que van infectando el ambiente emocional de la relación y que son a veces muy sutiles. Sin darnos cuenta, van haciendo parte del lenguaje, del tono que usamos al referirnos al otro.
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El desprecio: A veces por descuido, a veces por falta de humildad vamos haciendo cosas que sin darnos cuenta, indisponen al otro fuertemente. El desprecio es la falta de cuidado y tino en el trato. Se evidencia en el sarcasmo, el escepticismo, en indirectas insultantes o expresiones peyorativas. Muchas veces estas expresiones están escondidas o mejor, disfrazadas de un humor negro, una sátira. Empezamos a invalidar los sentimientos del otro, disminuyendo nuestros errores y maximizando la reacción del otro, como si esta fuera el problema. Para que nos hagamos una idea del desprecio, pensemos en los momentos en que “blanqueamos los ojos” ante el otro. Esa es la típica actitud de desprecio.
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La actitud defensiva: Es en realidad una manera de culpar al otro y de centrar la atención en su actitud, no en la nuestra. Cuando actuamos de manera defensiva, logramos que el otro reaccione exactamente de manera opuesta, pues también tratará de defenderse. Así, obtenemos una pelea en segundos.
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La actitud evasiva: Consiste en dar la impresión de que no nos interesa en lo más mínimo, lo que el otro nos dice o nos pide. Las preocupaciones o quejas del otro, son aparentemente echadas en saco roto. Por lo general, esta actitud consiste al principio en hacernos los tontos, pero luego empiezan a aparecer comportamientos como “¿Si ves?, en esta casa no se puede comer en paz, siempre sacas ese temita cuando estamos bien!…”
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3. Validan al otro
Luego de identificar dichos rasgos, las parejas fuertes entonces, desarrollan una actitud que valida, exalta al otro y a sus preocupaciones. Sin entrar a debatir acerca de la “importancia” de dichas preocupaciones, se parte de la idea de que son importantes para MÍ, porque son importantes para ELLA. No hay asuntos pocos importantes en la vida matrimonial. Pues se trata de los asuntos que pueden hacer sentir bien o mal a la persona que amas. Habrá asuntos que nos podrán parecer tonterías o cosas poco importantes. Sin embargo, el hecho de que sea importante para él, para ella, ya justifica el darles un valor superior al que tendría para uno en otras circunstancias. Entrarían acá temas como la moda, el futbol, el orden de la casa, los problemas de la familia del otro (aunque para uno no sean tan graves), lo doméstico, etc.
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4. Evitan el planteamiento violento
Las personas reaccionamos en una perfecta sintonía ante las actitudes del otro. Con mayor razón si este “otro” es nuestra esposa o esposo. Diversas teorías explican esto como una reacción incluso neuronal. Las llamadas “neuronas espejo” o “neuronas especulares” envían señales al cerebro que nos llevan casi que a imitar el comportamiento de la otra persona. Por eso cuando vas conduciendo, más allá de quién tenga la culpa ante una imprudencia, si alguno de los dos emite un gesto obsceno o grita, el otro hará lo mismo, aunque sepa que se equivocó y que actuó mal. Ese es el planteamiento violento. “En el 96% de las discusiones se puede predecir el resultado de una conversación de 15 minutos, basándose en la manera en que se desarrollan los primeros 3” explica John Gottman. Por esa razón la manera en que se planteará la conversación debe ser muy consciente y no esperar a que las cosas se vayan dando. Esta actitud de dejarse llevar por los vientos de las emociones, y no fijar un guion previamente, es quizá el peor hábito que conservamos en la manera de comunicarnos.
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5. No abruman al otro
El otro está de tu lado. Tú, estás del lado del otro. Las parejas fuertes conservan esta convicción y actúan sabiendo que no se trata de una batalla en la que hay un ganador y un perdedor. Saben que hay dos ganadores contra un problema. De acuerdo con la explicación de las neuronas espejo, ¿cómo crees que se siente una persona cuando es atacada por el otro con argumentos fuertes y detallados? ¿Tendrá sentido pensar que en un momento de crisis la otra persona aceptará los planteamientos del otro y agachará la cabeza, aceptando su responsabilidad? No. Por el contrario, la persona al sentirse abrumada, responderá con agresividad o se encerrará en una tristeza y una impotencia que la dejará sin recursos para asumir la responsabilidad de manera optimista y confiada en el otro. Sentirse abrumado, es sentirse desnudo ante el otro con toda la debilidad e intimidad expuesta. Nada bueno queda cuando hay humillación. En muchos momentos en terapia he visto las huellas que deja esto. Las parejas fuertes, sostienen al otro cuando está débil, cuando se ha equivocado y no lo terminan de “rematar” en esos momentos.
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6. Cuidan el lenguaje corporal
No podemos menospreciar el poder de nuestras expresiones en medio de una discusión. Podríamos incluso dibujar ciertas expresiones que el otro lleva a cabo cuando se siente atacado, abrumado, etc. El cuerpo tiene una riqueza enorme y nos da una gran cantidad de información que muchas veces las palabras no pueden. Las parejas fuertes no se hacen las tontas ante estos mensajes. Los atienden, toman nota, cada uno se va volviendo experto en el comportamiento del otro. Hay gestos y cambios en la actitud que nos dan pistas contundentes de lo que está pasando por el mundo interior del otro: la aceleración del ritmo cardiaco, el tartamudeo, la sudoración, etc. Dichas expresiones corporales además varían en hombres y mujeres.
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7. No se desaniman ante los intentos fallidos
La asertividad en momentos de crisis, es un arte. No es algo que se obtenga de la noche a la mañana o después de leer un artículo o un libro. Requiere arte, paciencia y mucha práctica. Las parejas fuertes entienden los intentos fallidos como “disparos de prueba”. Lanzamos el dardo y cada vez nos acercamos más al blanco. A veces tardamos mucho más de lo que quisiéramos y eso va dejando una sensación de fracaso que indispone el ambiente y que desanima para seguir trabajando en el objetivo. Entender que las caídas hacen parte del progreso, es difícil, porque es en esas caídas en las que se pone en duda el sentido de seguir adelante.
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8. Saben escuchar
Esto que suena tan sencillo, es sin duda, el reto más grande que tenemos en la comunicación. Tanto en momentos de crisis como de manera habitual, tenemos una tendencia a escuchar planeando nuestra próxima respuesta, a interrumpir… Las parejas fuertes también tienen esta tendencia, pero la reconocen y entienden que esto es algo en lo que se debe trabajar todo el tiempo. La capacidad de escuchar también habla de asuntos más profundos de nuestra vida y de nuestra psicología. El autocontrol emocional, la empatía y la asertividad son asuntos relacionados con esta habilidad. Si mientras lees estas líneas piensas más en los errores de tu pareja que en los tuyos, es posible que tengas dificultades para escuchar al otro. Estamos a veces muy pendientes de las fallas ajenas como para ponernos a pensar en lo que nosotros debemos cambiar y mejorar.
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9. Son creativos y generosos en la intimidad
La vida íntima en el matrimonio se compone de la entrega sexual y de todo aquello que se vuelve íntimo, propio de la pareja, de nadie más. Darse al otro y permitirle que se nos entregue es el resultado de una relación basada en la confianza, en el diálogo y en la clara convicción de que al igual que el sexo, la vida íntima es más una maratón que una carrera de velocidad. Serán muchos los momentos que viviremos al lado del otro, muchas las caídas y muchas las reconciliaciones. En una carrera para toda la vida, cada día cuenta y es necesario tener en cuenta las necesidades del otro y los detalles que sabemos que fortalecerían la entrega.
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10. Cuidan los recuerdos, no caen en espejismos
Dicen que “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”. En ningún momento este adagio reza “quien piensa en sus errores todo el tiempo y se los recuerda al otro, cambiará mágicamente su actitud”. ¡Al contrario! Una cosa es tener en cuenta las tendencias de la relación y los errores del pasado para aprender de ellos y saber cuáles son los puntos en los que hay que trabajar más. Otra cosa muy distinta es empeñarnos en recalcar las fallas como si esto tuviera algún efecto positivo en la actitud del otro. Si recordamos el punto 5, muchas veces son los recuerdos lo que abruma a la otra persona. Se crea una predisposición tan fuerte, que hay más probabilidades de que termine ocurriendo lo mismo. Podemos usar el retrovisor para tener en cuenta lo que hay detrás, pero porque quiero ir hacia adelante. ¿Qué pasaría si al conducir miramos más el retrovisor que el panorámico? Lo mismo puede estar pasándonos en la vida de pareja. Los matrimonios fuertes, entienden que lo que cuenta es lo que hay por delante, no lo que ya pasó.
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Que esta sea una oportunidad para poder replantear nuestro matrimonio y poner sobre la mesa aquellas ideas pesimistas y equivocadas que sin darnos cuenta se nos van metiendo en el corazón y en el alma. Si por algo vale la pena cambiar nuestros guiones mentales, es por nuestro matrimonio.
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