Cohabitar antes de casarse daña: lo dicen los estudios
Malo para la pareja, para sus hijos y para la sociedad
Fuente: ReL
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Uno de los temas que está llamando la atención en la prensa generalista sobre el libro del obispo Munilla y de Begoña Ruiz Sexo con alma y cuerpo es su oposición a la cohabitación, es decir, a que las parejas compartan techo, mesa y lecho sin casarse.
Más aún, los estudios afirman que hay más ruptura entre los que se casan después de cohabitar y también entre los que cohabitan sin casarse, que entre los que se casan sin haber cohabitado antes. Y no hay estudios que digan lo contrario.
Portada y solapa del libro que ha causado
revuelo, Sexo con alma y cuerpo, aunque
por el momento nadie lo ha refutado
con datos ni argumentos
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Lo que demuestran los estudios
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– Son relaciones inestables: pasados tres años de cohabitación, sólo una de cada seis parejas siguen juntas; sólo una de cada diez sobrevive 5 ó más años.
– Cohabitar aumenta el riesgo de divorcio si al final se casan (entre un 26 y 65% más, según el estudio)
– Cohabitar carga más sufrimiento sobre la mujer y con poco apoyo legal
– Cohabitar va relacionado con más riesgo de enfermedades sexuales
– Cohabitar implica un mayor riesgo de abuso de drogas y alcohol
– Cohabitar multiplica por tres el riesgo de depresión, comparado con casarse
– Cohabitar aumenta la pobreza de los niños (hasta 5 veces más pobreza que en hogares casados)
– Cohabitar perjudica a la conducta y emotividad de los hijos (puede multiplicar por 6 los problemas emocionales)
– Cohabitar tiene relación con un aumento del crimen juvenil (tres de cada cuatro niños implicados en actividades criminales vivían en hogares en cohabitación
– Cohabitar aumenta el riesgo de maltrato sexual a los niños: riesgo 33 veces mayor cuando la madre cohabita con un hombre que no es el padre biológico de los niños
– Ser mujer que cohabita es multiplicar por 3 (respecto a las casadas) el riesgo de sufrir agresiones físicas
– Cohabitar además multiplica por 9 (con respecto a las casadas) el riesgo de que la mujer sea asesinada.
El tema de los niños es importante: ¿Da lo mismo criarse en un hogar de padre y madre casados que en uno en que meramente conviven? ¿Es lo mismo para una mujer vivir con su marido que con «su pareja»? ¿Y para un hombre?
Los estudios sociológicos (por ejemplo, los recogidos en ForumLibertas de FamilyFacts) demuestran que:
– Las madres casadas tienden a crear un mejor ambiente doméstico para sus hijos
– Las madres casadas tienen menos riesgo de sufrir abusos y violencia
– Los padres casados tienen mayor bienestar psicológico
– Los niños criados en familias intactas tienen, como media, mejores resultados académicos, más salud emocional y menos problemas de comportamiento.
– Los padres de familias intactas pasan, como media, más tiempo con sus hijos
– Los adolescentes de familias intactas tienen menos riesgo de implicarse en sexo prematuro
– Los niños criados en familias intactas tienen más probabilidad de tener relaciones sentimentales más sanas y estables en la edad adulta
– Las familias intactas tienen más probabilidad de ofrecer un hogar seguro a los niños
De hecho, en los estudios sociológicos de distintos países cada año aparecen nuevas evidencias de cómo la sociedad se beneficia más del matrimonio que de otras «convivencias».
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Separarse con niños pequeños
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“Los niños disfrutan de mejores resultados en sus vidas cuando los padres les apoyan y protegen”, declaró el ministro de Trabajo a la prensa británica. Por el contrario, como reflejan los resultados del estudio, los hijos que han vivido el deterioro de la relación de sus padres son más propensos a desarrollarse peor a nivel “cognitivo” y por lo general sus salidas laborales son menos favorables.Quedarse juntos es mejor para los niños, es la conclusión principal del estudio.
Fomentar la cohabitación acaba multiplicando el número de madres solas… y en España, como en otros países, se ha demostrado que los hogares de madres solas son, desgraciadamente, una fábrica de pobreza. Cuatro casos anecdóticos de mujeres políticas más o menos exitosas y de algunas señoras ricas no desmienten los datos generales, aunque distraigan de la realidad estadística.
El Instituto de la Mujer señala que los hogares de madre sola con hijos en España se incrementaron en casi un 47 por ciento entre 1991 y 2001 y la tendencia es que sigan creciendo. Una investigación, dirigida por Elisabet Almeda, profesora de sociología de la UB, incluye los datos de las bases de datos españolas y europeas sobre familias, y la conclusión es clara: a los hijos de madre sola les va mucho peor, y tampoco es bueno para ellas. Pero ¿es lo mismo que convivir con un hombre? La realidad es que esa «convivencia» (sobre todo cuando hay hijos anteriores) no interesa a muchos hombres y son frágiles y temporales.
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La ruptura, sin casarse, duele y daña
Munilla explica en su libro que la ruptura de los que cohabitan o tienen relaciones sexuales que les enlazan fuertemente se vive como un divorcio aunque no tuvieran papeles de ningún tipo.
Un estudio de 2011 de la Cornell University (en la revista «Family Relations», diciembre 2011) mostró que dos tercios de las parejas que cohabitaban no se casaban por miedo al divorcio y sus heridas. Pero el caso es que aunque la pareja que cohabita no se divorcia, sí se puede romper. De hecho, se rompe más que la casada. Y hace el mismo daño. La ruptura daña a la pareja y a sus hijos.
Tras la cohabitación… los padres desaparecen
En EEUU, donde la mitad de los niños nacen fuera del matrimonio (excepto cuando las madres han tenido educación superior), una consecuencia de la ruptura entre cohabitadores es que el padre desaparece de la vida de los hijos casi completamente.
Otras veces, los niños de la pareja rota, como los hijos de divorciados, han de crecer rápido yaprender a tratarse con semi-parientes, hermanastros y familiares de la/s nueva/s pareja/s de mamá.
Es malo que los padres desaparezcan de la vida de los niños -como sucede al romperse muchas cohabitaciones- porque los psicólogos y sociólogos saben cada vez mejor que el padre es importantísimo en un niño. Un ejemplo reciente: un estudio del Instituto Melbourne de Investigación Social y Económica Aplicada (Universidad de Melbourne) de 2011 demuestra que los chicos criados sin padre son más proclives a delinquir que sus iguales socioeconómicos con padre en casa o asiduamente presente.
¿Hablan mucho los curas de esto?
Muchos comentaristas en la red que atacan lo que explican el obispo Munilla y Begoña Ruiz se quejan de que «los curas hablan demasiado» de moral sexual. Pero quien lo dice, por lo general, hace años que no pisa una iglesia.
En EEUU, Michael J. McManus, presidente de la asociación Marriage Savers, planteaba recientemente: «¿alguna vez ha escuchado usted un sermón u homilía oponiéndose a la cohabitación? Apuesto que no. He preguntado a cientos de pastores en diferentes ciudades si alguna vez han predicado sobre este tema, y solo uno de cada cincuenta levanta la mano«.
Lo mismo podría decirse en ámbitos católicos en España o Hispanoamérica: ¿cuándo fue la última vez que su párroco hizo una homilía mencionando lo malo que es cohabitar sin casarse o tener relaciones sexuales fuera del matrimonio?
Lea, sobre el libro: El obispo Munilla explica 10 verdades sobre sexo políticamente incorrectas