Cuando el DESEO de los Adultos vulnera los DERECHOS de los Niños

A propósito de la adopción por parejas del mismo sexo

El pasado jueves la Corte Constitucional Colombiana se pronunció con respecto a la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo. Como ciudadana común y corriente, tengo varias preguntas que me gustaría hacerle a los Magistrados de la Corte.

Hasta donde sé, la Corte Constitucional hace parte del poder legislativo del país, ¿por qué insiste en ejercer labores que le competen al poder legislativo? ¿Por qué este debate no se está dando en el Senado y en la Cámara de Representantes a quienes sí les compete legislar? ¿Por qué someter a interpretaciones algo que está tan claro como el agua en nuestra Constitución en su artículo 42? Por otro lado, ¿han tenido en cuenta la opinión de personas que han sido educadas por parejas del mismo sexo?

Fuente: thepublicdiscurse

Traducción: Luisa Mayorga

A continuación les comparto la traducción de una carta escrita por una mujer educada por una pareja homosexual, dirigida al Juez Anthony Kennedy de la Suprema Corte Estadounidense:

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Querido Juez Kennedy,

Junio está cerca, y con el vendrá su decisión sobre el tema político más contencioso de nuestro tiempo: el matrimonio.

Le escribo porque yo soy una de muchos niños con padres gays que creen que debemos proteger el matrimonio. Yo creo que usted estaba en lo cierto cuando, durante las deliberaciones de la Proposición 8, usted dijo “la voz de aquellos niños [de padres del mismo sexo] es importante”. Me gustaría explicar por qué yo pienso que la redefinición del matrimonio podría de hecho servir para despojar a estos niños de sus derechos más fundamentales.

Es muy difícil hablar de este tema, porque yo amo a mi mamá. La mayoría de nosotros hijos de padres homosexuales los amamos. También amamos a su(s) pareja(s). No se escucha mucho de nosotros porque, en tanto concierne a los medios de comunicación, es imposible que nosotros podamos amar a nuestro(s) padre(s) homosexual y al mismo tiempo oponernos al matrimonio homosexual. Muchos tienen la opinión que yo no debería existir. Pero existo, y no soy la única.

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«Este debate, en su centro, es acerca de una cosa. Es acerca de los niños.»

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La definición de matrimonio no debería tener nada que ver con la subestimación del sufrimiento emocional de la comunidad homosexual. Si la Suprema Corte fuera capaz de hacer reglas que afectaran los sentimientos, el racismo se habría acabado hace cincuenta años. Tampoco es este tema principalmente acerca del florista, el panadero, o el que hace candelabros, aunque el impacto real de esos ciudadanos privados está bien publicado. La Suprema Corte no tiene por qué inmiscuirse en temas de romance o de relaciones interpersonales. Yo espero que su regulación en Junio esté desprovista de este tipo de consideraciones.

 

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El Gobierno debería Promover el Bienestar de los Niños

Los niños son la razón para que el gobierno se meta en esta discusión. El Congreso estuvo muy acertado cuando en 1996 pasó el Acto de Defensa del Matrimonio, diciendo:

En el fondo, la sociedad civil tiene un interés en mantener y proteger la institución del matrimonio heterosexual porque tiene un interés profundo y permanente en promover la procreación responsable y la crianza de los niños. En palabras más simples, el gobierno tiene un interés en el matrimonio porque le interesan los niños.

No hay una diferencia entre el valor de las personas heterosexuales y el valor de las personas homosexuales. Todos merecemos igual protección y oportunidades en la academia, la vivienda, el empleo, el cuidado médico, porque todos somos humanos creados a imagen de Dios.

Sin embargo, cuando se trata de la procreación y la crianza de niños, las parejas del mismo sexo y las parejas de sexo opuesto son totalmente desiguales y deberían ser tratadas de manera diferente por el bien de los niños.

Cuando dos adultos no pueden procrear y quieren educar hijos juntos, ¿de dónde vienen esos niños? Cada niño es concebido por una madre y un padre a quienes el niño tiene un derecho natural. Cuando un niño es puesto en un hogar encabezado por personas del mismo sexo, ella se perderá por lo menos de una relación parenteral crítica y de una influencia vital de los dos géneros. La naturaleza de la unión de los adultos garantiza esto. Ya sea por adopción, divorcio, o por reproducción asistida por terceros, los adultos en este escenario satisfacen los deseos de su corazón, mientras los niños sufren el costo más alto: pierden uno o ambos padres biológicos.

Hacer una política que intencionalmente prive a los niños de sus derechos fundamentales es algo que no debemos avalar ni incentivar ni promover.

 

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Las Voces de los Niños

Cuando usted enfatiza en la importancia de las voces de los niños con padres gais, usted probablemente anticipó una respuesta diferente. Usted debió esperar que los niños de uniones del mismo sexo tendrían nada que decir fuera de cosas brillantes acerca de cómo sus familias son “como las de todos los demás”. Probablemente usted esperaba que ellos le dijeran que la única cicatriz que tienen en su vida ideal es que sus dos mamás o sus dos papás no se pudieron casar legalmente. Si los niños de estas uniones fueran todos felices y bien adaptados, le sería mucho más fácil a usted declarar una reglamentación de sentirse bien que sería muy popular.

Yo me identifico con el instinto de esos niños de ser protectores de sus padres gais. De hecho, yo misma lo he sido. Recuerdo muchas veces repetir mi discurso: “Soy tan feliz que mis padres se hayan divorciado asi pude conocer a todas las mujeres maravillosas.” Me bebí la alabanza y saboreaba los elogios. Las mujeres en el círculo de mi madre se asombraban por mi madurez, mi sofisticación. Lo decía una y otra vez, y con cada repetición mejoraba mi actuación. Esto era todo lo que los adultos en mi vida querían oír. Yo pude haber sido el servicio público de propaganda para paternidad homosexual.

Me estremezco cuando pienso en ello ahora, porque era una mentira. El divorcio de mis padres ha sido lo más traumático que he vivido en mis treinta y ocho años de edad. Mientras amé la pareja de mi mamá y sus amigos, yo los hubiese cambiado a cada uno de ellos por tener a mi mamá y a mi papá amándome bajo el mismo techo. Esto no debería ser una sorpresa para quienes para quien quiera quitar los lentes de lo políticamente correcto que todos parecemos tener sobre nuestros ojos.

Los niños quieren que su madre y su padre los amen, y que se amen entre sí. No tengo resentimiento hacia ninguno de mis padres. Por el contrario, estoy agradecida por tener una relación cercana con ambos y por el rol que ellos jugaron en mi niñez. Pero amar a mis padres y ver críticamente el impacto del rompimiento de la familia no son mutuamente exclusivos.

Ahora que yo soy madre, veo claramente las hermosas diferencias que mi esposo y yo traemos a nuestra familia. Yo veo el bienestar y la salud que mis hijos reciben porque ellos tienen sus dos padres viviendo con ellos y amándolos. Veo que tan importante es el rol de su padre y cuan irremplazable soy yo como su madre. Nosotros jugamos roles complementarios en sus vidas, ninguno de los dos es desechable. De hecho, ambos son muy importantes. Es casi como si la Madre Naturaleza tuviera todo esto de la reproducción exactamente correcto.

 

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El Padre que Falta

No estoy diciendo que ser atraído por personas del mismo sexo lo haga a uno incapaz de ser padre. Mi madre fue excepcional, y mucho de lo que hago bien como madre es un reflejo de lo que ella me amó y me sustentó. Esto es acerca del padre que falta.

Hable con cualquier niño con padres gays, especialmente con aquellos de edad suficiente para reflexionar sobre sus experiencias. Si usted le pregunta a un niño educado por una pareja de lesbianas si ama a sus dos mamás, probablemente obtenga un sonante “¡sí!” Pregúntele sobre su padre, y tendrá un doloroso silencio, una confesión de desgarradora nostalgia, o el reconocimiento de tener un padre que desearían poder ver más seguido. La única cosa que usted no oirá es indiferencia.

¿Cuál es su experiencia con niños que tienen padres divorciados, o que fueron el ruto de una reproducción asistida, o victimas de abandono? ¿A ellos no les importa el padre que les falta? ¿No tienen esos niños una queja de no haber podido dormir noches pensando en por que sus padres se fueron, como serian, o si ellos aman a su hijo? Claro que no. Estamos hechos para conocer y ser conocidos por nuestros padres. Cuando uno está ausente, la ausencia deja una herida para toda la vida.

La oposición clamará sobre estudios donde los investigadores concluyeron que los niños en hogares encabezados por personas del mismo sexo supuestamente les fue “¡aún mejor!” que los niños provenientes de hogares biológicos intactos. Deje de lado los problemas metodológicos con estudios como esos y solo piense por un momento.

Si bien es indiscutible ciencia social que los niños sufren enormemente cuando son abandonados por sus padres biológicos, cuando sus padres se divorcian, cuando uno de sus padres muere, o cuando son concebidos por un donante, entonces ¿cómo puede ser posible que a ellos milagrosamente les termina yendo “¡aún mejor!” cuando son educados en un hogar encabezado por personas del mismo sexo? Cada niño educado por “dos mamás” o “dos papás” vino a esa casa a través de uno de esos cuatro traumáticos métodos. ¿Sera que ser educado bajo el arco iris milagrosamente elimina todo efecto negativo y dolor de la pérdida o privación de uno o de los dos padres? La explicación más probable es que los investigadores están sintiendo la misma presión que el resto de nosotros siente para probar que ellos aman a sus amigos gais.

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Los Niños Tienen el Derecho de Ser Amados por Su Madre y Su Padre

Como la mayoría de Americanos, estoy a favor de que los adultos tengan la libertad de hacer con sus vidas lo que les plazca. Inequívocamente, me opongo a la criminalización de las relaciones homosexuales. Pero definiendo el matrimonio correctamente no criminaliza nada. Y el interés del gobierno en el matrimonio es acerca de los niños que solo la relación hombre – mujer puede producir. Al redefinir el matrimonio se redefine la paternidad. Nos mueve mucho más allá de nuestra filosofía de “vivir y dejar vivir” hacia una tierra donde nuestra sociedad promueve una estructura de familia donde los niño sufrirán siempre una perdida. Será nuestra política, estampada y sellada por las instituciones gubernamentales más poderosas, despojar a esos niños de su derecho a ser conocidos y amados por su madre y/o padre en cada instancia. En los hogares encabezados por parejas homosexuales, los deseos de los adultos prevalecen sobre los derechos del niño.

¿Hemos realmente llegado al tiempo cuando consideramos institucionalizar el despojamiento del derecho natural del niño a una madre y a un padre con el fin de validar las emociones de los adultos?

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Juez Kennedy, lo he admirado por su consistencia cuando regula sobre el bienestar de los niños, y le imploro que conserve el mismo curso. Yo realmente creo que usted ha invertido en la protección igualitaria de todos los ciudadanos, y es su deber bajo juramento mantener esa protección para los más vulnerables entre nosotros. Los vínculos de uno con sus padres naturales merecen ser protegidos. No caiga presa de la falsa narrativa que los sentimientos de los adultos deben prevalecer sobre los derechos de los niños.  La responsabilidad debe ser de los adultos para suplir las necesidades de los niños, no al contrario.

Esto no se trata de estar en contra de nadie. Esto se trata de lo que yo apoyo. ¡Yo apoyo los niños! Yo quiero que todos los niños tengan el amor de su padre y su padre. Apoyar a los niños también me hace apoyar a la juventud LGBT. Ellos merecen todos los beneficios físicos, sociales y emocionales de ser educados también por su madre y su padre. Pero temo que, antes que de usted, estamos a expensas de adultos ruidosos, organizados y con buenos fondos que tienen a casi todo la gente en este país corriendo despavorida.

Seis adultos hijos de padres homosexuales desean pararse en contra de las “barras bravas” del lobby homosexual y escribir unas declaraciones para su consideración en este caso. Le pido que por favor los lea. Nosotros solo somos la punta del tempano de hielo de niños que están siendo actualmente educados por hogares homosexuales. Cuando ellos crezcan, muchos se preguntarán por que la separación de uno de sus padres desesperadamente importante para ellos fue celebrada como un “triunfo de los derechos civiles”, y ellos verán esta generación buscando una respuesta.

 ¿Qué deberíamos decirles?

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Esta carta fue escrita por Katy Faust, publicada en ThePublicDiscourse.com y con cuyo permiso la tradujo Luisa Mayorga.

Katy Faust sirve en el Concejo Académico y Testimonial del Instituto de Derechos de los Niños y escribe en asktheBigot.com. Es madre de cuatro hijos, y la más joven de quienes fueron adoptados de China. Pueden encontrar el artículo original en este enlace http://www.thepublicdiscourse.com/2015/02/14370/ así como otros testimonios de adultos hijos de parejas homosexuales que se oponen a la redefinición del matrimonio.