El New York Times acaba con el mito de la sobrepoblación
Fuente: PRI
Seguramente usted, amable lector, se quedará atónito como lo estuvimos nosotros cuando leímos el artículo de portada del New York Times titulado “Los Horrores no Realizados por Explosión Demográfica». No es fácil de asimilar que uno de los principales promotores del mito de la sobrepoblación esté ahora desacreditando el alarmismo provocado en parte por él mismo en los últimos 50 años. El artículo zanja el tema (varias décadas demasiado tarde) y echa el control de la población al botadero de las ideas absurdas.
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El artículo incluye una entrevista con Paul Ehrlich, autor de The Population Bomb e investigador estrella de Stanford que asustó a decenas de millones con el fantasma de la superpoblación y el supuesto apocalipsis de la población que sobrevendría.
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Predijo que para 1970 la «bomba demográfica» explotaría, y cientos de millones de personas morirían de hambre en la India y en otros lugares. (India sigue ahí, y va muy bien, por cierto).
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Pero el «periódico de referencia» de Estados Unidos, como le gusta catalogarse a sí mismo, guarda silencio sobre los horrores que sí ocurrieron. Es un informe tristemente incompleto. No hace mención de los costos humanos que ocasionaron los gobiernos que convirtieron el control poblacional en una prioridad. No hace mención tampoco del salvajismo de los abortos forzados y las esterilizaciones forzadas que siguieron. No hay mención de la muerte de los bebés por infanticidio femenino y aborto selectivo por sexo. No se menciona el dinero perdido, los desequilibrios de edad y sexo que continúan desarrollándose y serán evidentes en los próximos años. No se hace mención de cómo el pánico ante la supuesta sobrepoblación ayudó a impulsar el uso de anticonceptivos y el aborto.
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Por el contrario, al citar que las tasas de natalidad han disminuido en todo el mundo, el artículo ofrece explicaciones benignas. En primer lugar, la mejora de los estándares de salud significa que las parejas ya no tienen que tener 5 hijos con la esperanza de que sobrevivan 3. En segundo lugar, las familias numerosas no son necesarias en la sociedad post-agrícola, ya que no son necesarias para trabajar la tierra, y sólo congestionarían las ciudades que están cada vez más pobladas. Tercero, y con el sello propio de New York Times viene el ataque a la maternidad: «Las mujeres en muchas sociedades son cada vez más independientes, social y económicamente; y ya no aceptan que su destino es estar eternamente embarazadas».
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En otras palabras, el New York Times ni siquiera comienza a contar toda la historia. Los horrores de lesa humanidad de las campañas de control de la población continúan hoy y el New York Times calla.
Tomemos la India como ejemplo. Más del 60% de las mujeres de la India afirman haber sido expuestas a «mensajes de planificación familiar» en los últimos meses. Es una estadística impresionante teniendo en cuenta que sólo el 64% de las mujeres de la India saben leer y escribir. Las menos educadas han sido el blanco de las esterilizaciones. Mientras que 47% de las mujeres indias con menos de cinco años de educación han sido esterilizadas, sólo el 20% de las mujeres con doce o más años de educación han aceptado la esterilización. La falta de consentimiento, lesiones físicas y psicológicas así como la muerte por negligencia afectan desproporcionadamente a las mujeres más vulnerables de la India. Las mujeres indias no están teniendo menos hijos porque son cada vez «más independientes», sino porque están siendo obligados a someterse a la esterilización por programas de control poblacional abusivos, con propaganda de saturación y campamentos de esterilización.
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«El mensaje central de [el libro de Ehrlich] acerca de que el crecimiento poblacional era muy superior a la oferta de alimentos, le convenía a la élite de India”, señaló el economista Gita Sen al Times. «Ellos preferían creer que los pobres eran pobres debido a que tenían demasiados niños en lugar de ser víctimas de un sistema económico injusto y desigual.»
En China, que ahora está por debajo del nivel de reemplazo generacional, la Política de Nacimientos Planificados permite al Estado controlar la maternidad. Cualquier persona embarazada sin un permiso de nacimiento válido es perseguida por la policía de planificación familiar. El aborto y la esterilización por lo general es lo que sigue.
El activista de derechos humanos chino Chen Guangcheng dijo: «En la antigua cultura china se decía que tu casa era tu castillo, y que incluso al rey no se le permitía entrar sin permiso del dueño de casa. Pero ahora, en la China de hoy bajo el régimen comunista, ellos incluso ponen sus manos dentro de los cuerpos (de las mujeres) y sacan a sus bebés fuera de su seno, y los matan en su cara.»
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En Myanmar, otro país donde los niveles de fertilidad han caído por debajo del reemplazo generacional, el presidente Thein Sein acaba de aprobar la ley de «Control de la Población». Esta ley autoriza implícitamente el uso de la coerción y la discriminación, especialmente contra la perseguida minoría Rohingya sujeta a una política de dos hijos.
En la agonizante Uzbekistán, el gobierno autoritario está coaccionando a decenas de miles de mujeres a esterilizarse.
Un ex presidente de Perú fue acusado por crímenes contra la humanidad por una campaña de control de la población en la década de 1990 que esterilizó a más de 300.000 mujeres indígenas, muchas de ellas contra su voluntad.
Y la lista sigue y sigue.
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Estos son los verdaderos «horrores» de la historia provocada por Ehrlich. El último medio siglo ha sido testigo de decenas de millones de hombres y mujeres esterilizadas sin su consentimiento y decenas de millones de mujeres que han abortado por la fuerza. A estos hombres y mujeres se les debe mucho más que tan solo un artículo en The New York Times diciendo: «Oh, perdón. Supongo que todos estábamos equivocados».
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The New York Times convenientemente omite mencionar que ayudó a avivar las llamas del pánico por la supuesta superpoblación. Pero el archivo del “periódico de referencia” de Estados Unidos está ahí. Ellos abogaron por la creación de programas de control poblacional, y escribieron muchos editoriales para que reciban miles de millones de dólares en fondos que siguen alimentando el movimiento anti-población hasta nuestros días. Un mea culpa estaría bien, pero tendríamos que esperar sentados.
Y no lo olvidemos, el tenebroso juego de controlar la población humana continúa, aunque con un nombre diferente. Hoy en día, los esfuerzos para desactivar el sistema reproductivo de las mujeres son llamados programas de «salud reproductiva». Orwelliano, ¿no?
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