Vocación e identidad de la mujer

8 marzo, 2022

En este mes de marzo en el que se celebra el día internacional de la mujer (8 de marzo), quisimos compartir estos escritos de la filósofa polaca Edith Stein, quien preocupada por el papel de la mujer, impartió numerosas conferencias sobre este tema entre 1928 y 1933. Su aguda reflexión estuvo permeada de un fino sentido crítico y una búsqueda de la verdad.

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La identidad y vocación de la mujer y su papel en la sociedad, trabajos y actividades de la mujer, fundamentos y problemas de la educación femenina, la mujer en la Iglesia, misión de la universitaria católica, la mujer en la vida del pueblo, entre otros, fueron temáticas centrales de su especulación.

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I. ALMA-CUERPO Y VIDA PROFESIONAL: VOCACIÓN NATURAL DE LA MUJER Y ETHOS CORRESPONDIENTE

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1. ¿Particular vocación de la mujer?

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Durante la segunda y tercera década del siglo XX se radicalizó la postura de los movimientos feministas[10]. Estos movimientos negaban la posibilidad de una sola y particular vocación profesional de la mujer. En aras de una mayor apertura que reivindicara el valor de ésta en la sociedad, se abogó por un principio de facto de modo que se obtuviese el acceso a una multiplicidad de profesiones femeninas. A este requerimiento se opusieron posturas tradicionales que mantenían el celo por la idea de que la mujer es para el hogar, la educación de los hijos y poco más.

En este contexto Edith Stein desarrolla su fenomenología: ¿tiene la mujer una vocación profesional particular o hay una multiplicidad de profesiones femeninas[11]?

Para dar una respuesta se dispone a analizar el argumento desde dos perspectivas: ¿existe una vocación natural de la mujer? y ¿qué profunda disposición del alma exige ésta? Irá más allá de las pretensiones de los grupos feministas y tradicionalistas: respecto a los primeros, al confirmar la imposibilidad de que la intromisión en profesiones masculinas sea propio de la mujer; con los segundos, al dejar claro y sin reducciones el concepto de profesión y la capacidad de la mujer. Es verdad que sólo ella tiene la vocación natural de madre pero esto no significa incapacidad para desarrollar otras profesiones propias de su feminidad.

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1.1 Vocación natural de la mujer

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A partir de la verdad formulada por el angélico –“Anima forma corporis”–, Stein llega a la conclusión de que tanto al cuerpo masculino como al femenino corresponde un alma[12] en consonancia con su ser[13]. Como consecuencia, es el alma quien determinará la estructura del cuerpo femenino[14] para un particular fin y desarrollo, para ejecutar aquello para lo cual su cuerpo está dotado (compañera del hombre y madre de los hombres).

Es por eso que a este fin se orientan las características de su alma[15]. Su vocación natural es la de madre pero no queda sólo ahí.

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1.2 Disposiciones[16] corporales y anímicas[17]

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La fenomenología aplicada le deja claro los planos típicos del alma femenina: en lo práctico, el pensamiento de la mujer tiende hacia lo vivo y personal, al objeto considerado como un todo. La abstracción es lejana de su naturaleza; teóricamente, no conoce conceptual ni analíticamente sino de modo contemplativo y experimental, está orientada a participar en la vida del otro, a donarse en la compañía.

Con la misma seguridad, advierte de las hipertrofias en las que puede caer el alma femenina cuando su naturaleza no se desarrolla genuinamente: inclinación a ocupar y preocupar, vanidad, deseo de honores, reconocimiento, curiosidad.… Estableciendo estas disposiciones se trata de afirmar cómo el cuerpo y el alma empujan a la mujer a realizar cierto tipo de actividades profesionales. A partir de aquí, y por analogía a las disposiciones masculinas, se asienta una diferencia que no dice superioridad cuanto mutua necesidad.

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2. Un presupuesto: el ethos (existencia y posibilidad)

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Dado que la mujer tiene unas disposiciones, en el ethos o hábito, entendido como una forma interior, como una estable orientación que regula los actos del ser humano, residirá el valor positivo que dará satisfacción a las particulares exigencias objetivas o leyes de las mismas. Ethos es algo duradero que regula los actos del hombre; una forma interior, una estable orientación del alma: un hábito, en lenguaje escolástico[18].

Es la misma inclinación natural la que permite configurar en ethos las disposiciones existentes con un esfuerzo de la voluntad pequeño si bien inclinaciones y dotes no van siempre de la mano:

“Estar dotado para algo quiere decir que nuestra naturaleza nos lleva hacer algo a gusto. Por regla general tendemos a aquello a lo que por naturaleza estamos dotados, y la actividad correspondiente nos produce satisfacción. Pero la inclinación implica una especial estimación de lo que se hace. Puede suceder que no se estime especialmente aquello para lo que se está dotado, y que en cambio estimemos mucho algo para lo que no estamos dotados en esa misma medida. La estimación produce alegría en la actividad, y la alegría es un incremento de la fuerza. De esta manera, en un terreno determinado es posible llegar por inclinación al grado máximo de la cualidad que las dotes dadas nos permiten alcanzar; es posible incluso conseguir ese máximo con un esfuerzo de la voluntad proporcionalmente pequeño, porque «se va en alas de la alegría»”[19].

Con este planteamiento, entonces, ¿se puede hablar de un ethos vocacional y profesional? Edith Stein responde que sí. Sin embargo

“Quien considera el propio trabajo sólo como fuente de ganancia o como modo de ocupar el tiempo, lo desarrollará de manera diversa a quien lo considera una verdadera vocación a la que se siente llamado. En sentido estricto, sólo en este último caso se puede hablar de ethos profesional” [20].

A toda profesión corresponderá un ethos profesional exigido por el significado mismo de la profesión. Este se encontrará de dos maneras: por un don de naturaleza o a través de un desarrollo por medio de la continua repetición de las actividades y de las operaciones requeridas por la profesión misma. Tanto la profesión del varón como la de la mujer tienen un ethos.

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II. MULTIPLICIDAD DE PROFESIONES

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La tarea natural de la mujer es evidente: su estructura corporal está predispuesta para la maternidad[21]; es el único ser capaz de traer a la vida más vidas[22].

En orden al otro, su alma está en consonancia con la del hombre: es su alma la que la hace compañera nata del otro. No obstante, se plantea lícitamente un interrogante: ¿hay otras profesiones de la mujer de cara a su tarea natural? Es decir, dado que de modo natural la mujer tiene como tarea la maternidad[23], ¿es también capaz de algo más? Así responde Edith Stein:

“En caso de necesidad, toda mujer normal y sana puede dedicarse a una profesión […] no hay ninguna profesión que no pueda ser ejercitada por una mujer. [24].

Sí, la mujer puede dedicarse a algo más mientras no esté impedida. Es sujeto de una profesión tanto por el hecho de ser mujer como por el de poseer dotes individuales que la hacen más apta para ciertas profesiones. Sin embargo, la disposición individual puede orientarse hacia campos lejanos de las características femeninas y aquí no se podrá hablar de profesión femenina como tal al faltar las características objetivas correspondientes a las particularidades de la feminidad. ¿En qué manera sí se puede designar profesión femenina y cómo se relacionan profesión y tarea natural? Sólo cuando la labor realizada está en armonía con sus características de mujer.

1. Profesión y tarea natural

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Ninguna mujer es sólo mujer; cada una tiene inclinaciones propias y talentos naturales. Son esos talentos e inclinaciones los que la hacen capaz de la actividad profesional en distintos ámbitos como el artístico, científico, técnico, etc[25].

Siendo la profesión femenina, como se verá más adelante, toda aquella función, tarea y trabajo que exija las características del alma de la mujer y que sólo por ella puede venir actuada, ¿se puede orientar hacia campos incluso lejanos de sus características femeninas? ¿También en estos casos se podría hablar propiamente de profesión femenina? No porque es necesario que sean profesiones cuyas particulares objetivas sean correspondientes a las peculiaridades propias de la feminidad. Sólo en la actuación de las características de la feminidad se puede hablar de profesión femenina. La vivencia de la tarea natural de la maternidad estará en consonancia con la profesión en tanto cuanto no la alejen de las disposiciones propias del hecho de ser mujer.

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2. Utilidad y provecho

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Es en la profesión, sin menoscabo de las implicaciones y responsabilidades de la vocación a la maternidad y a la compañía, donde se presenta la ocasión para desarrollar todas las virtudes femeninas. De igual modo, aquí se presenta el peligro de pasar a ser una máquina y perder la propia humanidad.

Con el influjo de la feminidad[26], la vida profesional puede encontrar una actuación bien diversa respecto a aquella debida sólo al hombre. La posibilidad de que una mujer ingrese en una o varias ramas profesionales, como ha sucedido a lo largo de los años en algunas sociedades, es una auténtica bendición para toda la vida social, privada o pública, porque ella custodia el específico ethos femenino, es decir, la contribución de la mujer manifestada en el valor de sus actos, los valores [27] propiamente de ella para la vida de toda la humanidad[28].

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Notas al pie:

1 Juan Pablo II, Homilía en la misa de canonización de la beata Teresa Benedicta de la Cruz, no. 5 en
Homilía[11 de octubre de 1998].

2 “La radicalidad de Husserl en el planteamiento de la tarea filosófica y su apertura al mundo humano en todo su alcance orló su figura de un inmenso prestigio a los ojos de la joven estudiante de filología germánica Edith Stein. Algunos de sus compañeros solían decir en broma que “mientras otras chicas sueñan con besos, Edith sueña con Husserl”. En un seminario sobre psicología del pensamiento, Edith entró en conocimiento de las Investigaciones Lógicas de Husserl. A través de su lectura descubrió un mundo nuevo: el de la búsqueda incondicional de la verdad”. LÓPEZ QUINTÁS ALFONSO, Cuatro filósofos en busca de Dios, Ed. Rialp, Madrid 1999, 149.

3 Cfr. A MATRE DEI THERESIA, Edith Stein “En busca de Dios”, Ed. Verbo divino, Navarra 1988.

4 La frase completa es: “Empecé a leer y fui cautivada inmediatamente, sin poder dejar de leer hasta el fin. Cuando cerré el libro, me dije: Ésta es la verdad”. STEIN EDITH,Estrellas amarillas. Autobiografía: infancia y juventud, Editorial de Espiritualidad, Madrid 1973, 436.

5 “Son muchos los que, empezando por el mismo Husserl, se han preguntado qué pudo hallar la intelectual Edith Stein en la vida de la santa de Ávila para moverse a dar el paso definitivo hacia el ámbito de la fe en cuyos aledaños se había movido largo tiempo. Para contestar con alguna garantía de éxito, conviene meditar el siguiente párrafo de un trabajo sobre la “Causalidad psíquica” publicado por Edih Stein en el mismo año del bautismo. «Hay un estado de descanso en Dios, de total suspensión de toda actividad del espíritu en el que no se pueden concebir planes, ni tomar decisiones, ni aun llevar nada a cabo, sino que, haciendo del porvenir asunto de la voluntad divina, se abandona uno enteramente a su destino. He experimentado este estado hace poco, como consecuencia de una experiencia que, sobrepasando todas mis fuerzas, consumió totalmente mis energías espirituales y me sustrajo a toda posibilidad de acción. No es la detención de la actividad, consecuencia de la falta de impulso vital. El descanso en Dios es algo completamente nuevo e irreductible. Antes era el silencio de la muerte. Ahora es un sentimiento de íntima seguridad, de liberación de todo lo que la acción entraña de doloroso, de obligación y de responsabilidad. Cuando me abandono a este sentimiento, me invade una vida nueva que, poco a poco, comienza a calarme y –sin ninguna pretensión por parte de mi voluntad– a impulsarme hacia nuevas realizaciones. Este flujo vital me parece ascender de una Actividad y de una Fuerza que no me pertenecen pero que llegan a hacerse activas en mí. La única suposición previa necesaria para tal renacimiento espiritual parece ser esta capacidad pasiva de recepción que está en el fondo de la estructura de la persona»”. LÓPEZ QUINTÁS ALFONSO, Cuatro filósofos en busca…, 164.

6 Se bautizó el 1 de enero de 1922, fiesta de la circuncisión de Jesús. Su madrina fue Hedwig Conrad-Martius.

7 Juan Pablo II, Homilía en la misa de…, no. 6 en
Homilía[11 de octubre de 1998].

8 Su hermana Rosa siguió el proceso de conversión y fue postulante carmelita.

9 Juan Pablo II, Homilía en la misa de…, no. 5 en
Homilía[11 de octubre de 1998].

10 En el número 2 de la carta a los Obispos de la Iglesia católica sobre la colaboración del hombre y la mujer, de la Congregación para la doctrina de la fe (31 de mayo de 2004), el planteamiento del problema es el siguiente: “En los últimos años se ha delineado nuevas tendencias para afrontar la cuestión femenina. Una primera tendencia subraya fuertemente la condición de subordinación de la mujer a fin de suscitar una actitud de contestación. La mujer, para ser ella misma, se constituye en antagonista del hombre. A los abusos de poder responde con una estrategia de búsqueda del poder. Este proceso lleva a una rivalidad entre los sexos, en el que la identidad y el rol de uno son asumidos en desventaja del otro, teniendo como consecuencia la introducción en la antropología de una confusión deletérea, que tiene su implicación más inmediata y nefasta en la estructura de la familia.
Una segunda tendencia emerge como consecuencia de la primera. Para evitar cualquier supremacía de uno u otro sexo, se tiende a cancelar las diferencias, consideradas como simple efecto de un condicionamiento histórico cultural. En esta nivelación, la diferencia corpórea, llamada sexo, se minimiza, mientras la dimensión estrictamente cultural, llamada género, queda subrayada al máximo y considerada primaria. El obscurecerse de la diferencia o dualidad de los sexos produce enormes consecuencias de diverso orden. Esta antropología, que pretendía favorecer perspectivas igualitarias para la mujer, liberándola de todo determinismo biológico, ha inspirado ideologías que promueven, por ejemplo, el cuestionamiento de la familia a causa de su índole natural-biparental, esto es, compuesta de madre y padre, la equiparación de la homosexualidad a la heterosexualidad y un nuevo modelo de sexualidad polimorfa”.

11 “El interés por la cuestión femenina estaba presente en Stein desde su juventud, cuando tomó parte del movimiento femenil por el derecho al voto de la mujer. Tal cuestión es interna, intrínseca a su misma especulación, en cuanto es una ulterior profundización del tema de la persona”. La traducción es mía. PEZZELLA ANNA MARIA,L´antropologia filosofica di Edith Stein, indagine fenomenologica della persona umana, Città Nuova Editrice, Roma 2003, 102.

12 Ya en “La estructura de la persona humana” respondía Edith al planteamiento: “¿Cabe decir del alma que es también forma del cuerpo? Sin duda. Se puede hablar de una formalización del cuerpo por el alma, y ello en el doble sentido de la formalización debida a la estructura esencial y de la que es obra del libre actuar. El modo de ser interior de un hombre se expresa en su exterior, el cual –junto con los actos concretos de la vida del alma– constituye para nosotros la principal vía de acceso al modo de ser de otras personas”. STEIN EDITH, La estructura de la persona humana, Biblioteca de autores cristianos, Madrid 2002, 105.

13 La importancia de esta unidad en la dualidad la expresa muy bien la doctora Stein cuando escribe: “Debemos tomar muy en serio esta unidad. El alma no “habita” en el cuerpo como en una casa, no se lo pone y se lo quita como un vestido, y si los filósofos griegos lo denominaban “cárcel” y “tumba” del alma, con ello se estaban refiriendo a una vinculación estrecha (y dolorosa), pero en cualquier caso a una “vinculación”, y con esta noción no se hace justicia a la unidad de la naturaleza. El cuerpo está por completo penetrado por el alma, de manera que no sólo la materia organizada se convierte en cuerpo penetrado de espíritu, sino que también el espíritu se convierte en espíritu materializado y organizado”. STEIN EDITH, La estructura de la persona…, 129.

14 “La percepción externa del propio cuerpo no es el puente hacia la experiencia del propio yo. El cuerpo también se percibe por fuera, pero ésta no es la experiencia fundamental, y se funde con la percepción desde dentro, con la que noto la corporalidad y a mí en ella. Mediante esa percepción soy consciente de mí mismo, no meramente de la corporidad, sino del todo yo corporal-anímico-espiritual. La existencia del hombre está abierta hacia dentro, es una existencia abierta para sí misma, pero precisamente por eso está también abierta hacia fuera y es una existencia abierta que puede contener un mundo en sí.
Qué quiere decir todo esto –ser en sí mismo, estar abierto para sí mismo y para lo distinto de sí, cómo se imbrican la experiencia de sí mismo y la experiencia del ser externo, sobre todo la del otro ser humano– son otros tantos temas para investigaciones de primera magnitud”. STEIN EDITH,La estructura de la persona…, 37.

15 La diferencia respecto al hombre no es sólo corpórea sino sobre todo de carácter espiritual.

16 “«Disposición» quiere decir que tenemos algo por naturaleza, y el plural designa una pluralidad de esas instancias. Con «facultad» indicamos la posibilidad de algo, concretamente –al igual que con «capacidad»– la posibilidad de hacer algo (o de padecerlo) […] Por su parte, el término «fuerzas» alude a que las potencias no sólo corresponden al contenido de los actos a que se dirigen, sino a que son los que hacen posible que los actos «rindan». El plural «fuerzas» señala que en la pluralidad de potencias la fuerza del hombre, que es una sola, aparece dividida y dispuesta para su empleo en determinadas actividades de contenido bien concreto. Pero sólo puede estar dispuesta para su empleo en una dirección cuyo contenido venga marcado por la naturaleza”. STEIN EDITH, La estructura de la persona…, 150-151.

17 “El análisis de Stein se mueven teniendo en cuenta los caracteres distintivos que abarcan la esfera cognoscitiva, la afectiva y la de las relaciones intersubjetivas. La mujer intuye lo concreto, lo vivo, lo personal, hace propia la vida espiritual de los otros, tiende a un desarrollo armónico de todas sus energías. El varón, al contrario, siente un fuerte impulso al conocimiento, tiende a posesionarse del objeto conocido para gustar plasmarlo. Cada una de estas actividades lo toca tan fuertemente que no puede llevarlo a una armonía; si cultiva una olvida la otra porque tiende a un fuerte despliegue de energías en lo que hace. Todos estos rasgos, sin embargo, se expresan en los individuos de modo diverso; porque tienen una misma esencia humana es posible en algunas mujeres una fuerte aproximación a la especie viril y viceversa. De hecho Stein aun sosteniendo por ejemplo que el matrimonio y la maternidad sean para la mujer su tarea primaria, no sostiene que lo sean para todas las mujeres en particular”. La traducción es mía. PEZZELLA ANNA MARIA, L´antropologia filosófica…,104-105.

18 Éstos pueden ser de tres modos: hábitos innatos (temperamento), hábitos adquiridos con el ejercicio de las actitudes naturales (habilidades y virtudes naturales) y hábitos infusos (virtudes sobrenaturales). Con el hábito, especificado desde el punto de vista del valor, tenemos el ethos.

19 Cfr. STEIN EDITH, <i, 153-154.

20 Cfr. STEIN, EDITH, La donna, il suo compito secondo la natura e la grazia, Città Nuova editrice, Roma 1987, 50.

21 “Aunque la maternidad es un elemento clave de la identidad femenina, ello no autoriza en absoluto a considerar a la mujer exclusivamente bajo el aspecto de la procreación biológica. En este sentido, pueden existir graves exageraciones que exaltan la fecundidad biológica en términos vitalistas, y que a menudo van acompañadas de un peligroso desprecio de la mujer”. Congregación para la doctrina de la fe, Carta a los Obispos de la Iglesia católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo, no. 13 en
Enlace [31 de mayo de 2004].

22 “El análisis científico confirma plenamente que la misma constitución física de la mujer y su organismo tienen una disposición natural para la maternidad, es decir, para la concepción, gestación y parto del niño, como fruto de la unión matrimonial con el hombre. Al mismo tiempo, todo esto corresponde también a la estructura psíquico-física de la mujer. Todo lo que las diversas ramas de la ciencia dicen sobre esta materia es importante y útil, a condición de que no se limiten a una interpretación exclusivamente biofisiológica de la mujer y de la maternidad. Una imagen así “empequeñecida” estaría a la misma altura de la concepción materialista del hombre y del mundo. En tal caso se habría perdido lo que verdaderamente es esencial: la maternidad, como hecho y fenómeno humano, tiene su explicación plena en base a la verdad sobre la persona. La maternidad está unida a la estructura personal del ser mujer y a la dimensión del don…” Juan Pablo II, <i, no. 18 en Enlace[15 de agosto de 1988].

23 “La maternidad bajo el aspecto personal-ético expresa una creatividad muy importante de la mujer, de la cual depende de manera decisiva la misma humanidad de una nueva criatura”. Juan Pablo II, Carta apostólica Mulieris Dignitatem…, no. 19.

24 Cfr. STEIN, EDITH, La donna, il suo compito secondo la natura e la grazia, Città Nuova editrice, Roma 1987, 56.

25 Se entiende el papel insustituible de la mujer sobre todo en los diversos aspectos de la vida familiar y social que implican las relaciones humanas y el cuidado del otro. “Ello implica, ante todo, que las mujeres estén activamente presentes , incluso con firmeza, en la familia, “sociedad primordial y, en cierto sentido, soberana”, pues es particularmente en ella donde se plasma el rostro humano de un pueblo y sus miembros adquieren las enseñanzas fundamentales […], implica que las mujeres estén presentes en el mundo del trabajo y de la organización social , y que tengan accesos a puestos de responsabilidad que les ofrezcan la posibilidad de inspirar las políticas de las naciones y de promover soluciones innovadoras para los problemas económicos y sociales.
Sin embargo, no se puede olvidar que la combinación de las dos actividades –la familia y el trabajo– asume, en el caso de la mujer, características diferentes que en el del hombre. Se plantea por tanto el problema de armonizar legislación y organización del trabajo con las exigencias de la misión de la mujer dentro de la familia. El problema no es sólo jurídico, económico u organizativo, sino ante todo de mentalidad, cultura y respeto. Se necesita, en efecto, una justa valoración del trabajo desarrollado por la mujer en la familia”. Congregación para la doctrina de la fe, Carta a los obispos de la Iglesia católica…, no. 13.

26 En consonancia con el pensamiento de Edith Stein, la Congregación para la Doctrina de la Fe dirá en el número 14 de la carta antes citada que la feminidad “Es más que un simple atributo del sexo femenino. La palabra designa efectivamente la capacidad fundamentalmente humana de vivir para el otro y gracias al otro. Por lo tanto la promoción de las mujeres dentro de la sociedad tiene que ser comprendida y buscada como una humanización, realizada gracias a los valores redescubiertos por las mujeres”.

27 La teóloga estadounidense, Mary Shivanandan, de la universidad católica de América, ha dicho que los valores femeninos sólo pueden florecer en una sociedad que valora los masculinos: “Sin una adecuada guía masculina, en ocasiones definida como “guía al servicio de los demás”, los valores femeninos no pueden prosperar”. Hay “una necesidad de una “colaboración activa”, que significa transmitir a la sociedad los dones propios del hombre y de la mujer”. Colaboración que consistirá en transmitir a la sociedad los dones propios del hombre y de la mujer. “Una visión femenina del documento vaticano sobre la colaboración hombre-mujer”. Entrevista con Mary Shivanandan, de la Universidad Católica de América (EE. UU.) en http://www.zenit.org/spanish/ [19 de septiembre de 2004].

28 Cfr. STEIN EDITH, Valore della femminilità per la vita del popolo en La donna il suo compito…, 288 s.s.

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