La ideología detrás de la política nacional de equidad de género.
El pasado 12 de septiembre el Presidente Juan Manuel Santos presentó la nueva política de equidad de género para el país,como un gran logro de su gobierno. La socialización de esta política fue coincidente con la visita de Michelle Bachelet (Directora de la agencia ONU Mujeres) y de Babatunde Osotimehin (Director Ejecutivo del Fondo de Población de las Naciones Unidas – UNFPA) a Colombia.
La formulación estuvo liderada por la Alta Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer y contiene nueve ejes fundamentales: 1. Construcción de Paz. 2. Autonomía económica e igualdad en la esfera laboral. 3. Gestión pública y desarrollo institucional. 4. Participación en los procesos de toma de decisiones y en las esferas del poder. 5. Derechos de las mujeres a una vida libre de violencias. 6. Transformación cultural y comunicación para la igualdad de oportunidades y la equidad. 7. Salud integral y derechos sexuales y reproductivos. 8. Educación con calidad y no sexista y acceso de las mujeres a las nuevas tecnologías (tics). 9. Territorio, hábitat y medio ambiente.
En principio, los ejes centrales de la política del gobierno han buscado dar respuesta a las necesidades de las mujeres colombianas, las cuales fueron recogidas dentro de algunos procesos de participación que se desarrollaron. No obstante, es importante decir que tanto la estructura como el enfoque de esta política no responden a dichas necesidades, sino a los cánones internacionales que presionan continuamente al gobierno para estar a la par de otros países en materia de equidad de género.
Actualmente el tema del “género” ya no corresponde a la división natural entre hombres y mujeres, y más bien se concentra en la forma como la mujer y otro tipo de “géneros” pueden tener las condiciones privilegiadas y equitativas de las que siempre han padecido. Si bien es cierto que las mujeres a lo largo de la historia hemos tenido una serie de reivindicaciones y de condiciones equitativas valiosas que nos permiten estar hoy en los lugares sociales en los que antes no teníamos asiento, también lo es que en la actualidad, en nombre de la “equidad de género”, se ha olvidado esta forma complementaria y única en la que pueden y deben convivir hombres y mujeres.
Nos hemos concentrado en ganar y ganar cada vez más derechos y privilegios para las poblaciones que se consideran “discriminadas”, pero a la par hemos descuidado las necesidades importantes de la mujer y arrinconado aquella de priorizar su rol social fundamental.
Por ello, las políticas que se quieren implementar en los países en vías de desarrollo en materia de “género”, y específicamente para las mujeres, se concentran en lo que los organismos internacionales consideran prioritario para el desarrollo y no para las mujeres o los seres humanos. Por más “plural” que se llame a esta política de género en Colombia, sabemos que su enfoque, fuente y doctrina están marcados con el sello de Naciones Unidas, sus agencias y lo que éstas consideran como esencial (especialmente en materia de control poblacional).
Para hablar específicamente de nuestra política nacional de equidad de género, el gobierno se vanagloria al decir que el proceso de su formulación estuvo acompañado por agencias como el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) o la agencia ONU Mujeres, entre otros organismos de cooperación internacional. Sin embargo, basta con ver las declaraciones que hacen los directores ejecutivos de cada una de estas agencias para saber qué se debe entender por desarrollo de la mujer.
No debe ser un secreto que las políticas internacionales para las mujeres, especialmente en los países en vía de desarrollo, se concentran en el empoderamiento de las mismas para reivindicar sus derechos, sobre todo en lo referente al control poblacional y a los derechos sexuales y reproductivos. Pero hoy en día, no sólo en Colombia sino en el mundo entero, se entiende que los derechos sexuales y reproductivos son los derechos de información para el acceso a medios y métodos que permitan a las mujeres “decidir” sobre su maternidad. Esto se ha convertido en una prioridad para las agencias de cooperación en materia demográfica y de salud: se considera que el asistencialismo y la liberalización de las leyes en materia de aborto son la panacea y el elixir para erradicar los problemas en materia de embarazos adolescentes, pobreza y violencia física y sexual contra la mujer.
Esto no es un invento de aquellos que defendemos la vida y que creemos que estos problemas podemos atacarlos desde sus raíces y no desde sus consecuencias. Para una muestra, la siguientes es una de las declaraciones del director ejecutivo del UNFPA en una visita a Colombia al ser interrogado sobre las leyes en materia de aborto:
“En el Fondo de Población apoyamos el aborto en aquellos países donde es legal. Pienso que los países deben legalizar el aborto para que las jóvenes tengan acceso a él. Y en aquellas circunstancias en las que es legal, abogamos para que se haga de manera segura.” [1]
Esta es la presión que ejercen las agencias internacionales en nuestro país en materia de mujeres, buscando que nuestros derechos sean reivindicados a través de lo que ellos consideran “bueno” para la humanidad y para las sociedades. Pero, ¿dónde están las verdaderas necesidades de las mujeres colombianas? ¿Acaso la política nacional de equidad de género, además de tratar el tema de la igualdad laboral, trata alguna vez el asunto de los horarios laborales para las madres cabeza de familia? ¿O la importancia de desarrollar políticas al interior de las empresas que favorezcan el trabajo de las mujeres y de los hombres con respecto al cuidado de sus familias? Tratar la discusión de la salud de la mujer en Colombia no puede reducirse exclusivamente a temas de reproducción y sexualidad, pues los programas se desbocan a hablar de liberalización del aborto, cuando hay mujeres que no tienen condiciones óptimas ni siquiera para poder tener a sus hijos ¿qué pasa con las mujeres que no tienen acceso íntegro a la salud?
¿En qué momento estas políticas de «género» hablan verdaderamente de educar no sólo a las mujeres sino también a los hombres en materia de violencia intrafamiliar y de violencia contra la mujer? ¿Cuándo vamos a implementar programas de educción sexual que se concentren en las personas, en sus proyectos de vida, y no en los preservativos y en los anticonceptivos? ¿Por qué estas políticas se concentran en el asistencialismo y soslayan la prevención y el tratamiento de las causas de los problemas? ¿Por qué no se establecen lineamientos o medidas claras para no dejar impunes los crímenes contra las mujeres, especialmente en materia sexual?
El gobierno Santos se ufana de decir que esta política ha sido implementada bajo lineamientos de la cooperación internacional, que además ha sido aplaudida, por supuesto, por Bachellete y por Osotimehin. Pero tenemos que preguntarnos si en realidad, en lugar de estar siguiendo las ideologías que nos imponen desde otros países “supuestamente desarrollados”, deberíamos concentrarnos en las necesidades de nuestra población, de nuestras mujeres y de nuestros hombres.
Las realidades de nuestro país en materia social, política, económica y cultural son tan complejas que parece que los gobiernos de turno prefieren concentrarse en la inmediatez para congraciarse con la comunidad internacional, en lugar de buscar soluciones de fondo a nuestras problemáticas y, sobre todo, que den respuesta efectiva a nuestros contextos.
El problema de estas políticas no es la forma como se formulan ni se implementan, sino efectivamente la tendencia y la perspectiva desde la cual conciben a los seres humanos. Mientras sigamos priorizando lógicas perversas que procuran el beneficio económico y no el bienestar y la dignidad de los seres humanos, seguiremos patinando y adoptando soluciones cada vez más deshumanizadas (e ineficaces) a nuestros problemas.
Es entendible que nuestras necesidades no se ven reflejadas en las prioridades de estas agencias ni en sus agendas internacionales, pero no lo es que la construcción de esta política nacional no las recoja ni las atienda. Como mujeres, debemos decirle al Presidente Santos que nuestros intereses son mucho más profundos y complejos.
Lina Fernanda Morera M.
[1] Fuente: Entrevista de Yamit Amad al Jefe Ejecutivo del UNFPA: http://www.eltiempo.com/vida-de-hoy/mujer/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-12226187.html
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