LA OEA A FAVOR DEL MATRIMONIO ENTRE HOMOSEXUALES
Se desarrolla en estos días en Asunción, Paraguay, la 44º Asamblea General de la OEA, en la que su secretario general, José Miguel Insulza ha dejado ver, entre otras cosas, su posición a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Tanto grupos a favor de la vida y la familia, como grupos LGTBI (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales) se han manifestado intensamente respaldando sus posiciones.
El lobby gay se ha mostrado muy agresivo y ha pedido para toda la región el «modelo argentino”, es decir, el pleno reconocimiento de los matrimonios de gays y lesbianas. «No venimos a pedir, venimos a exigir», dice el líder del LGTB en Paraguay.
Ante ésto, Insulza dice: «La sociedad debe aceptar porque sino hay gente que quede afuera (…) No es que se apunten a instalar una nueva ideología de genero (…) Tenemos el más profundo respeto por quienes defienden el modelo de familia que ustedes defienden»
Esto quiere decir: Respetamos, pero haremos lo que nos parezca… Todo bajo el paraguas de la no discriminación. Lo de siempre.
Equiparar los matrimonios heterosexuales a las uniones homosexuales es un error muy grave que ya hemos planteado en anteriores artículos, y no proteger el matrimonio y la familia es poner en riesgo el pilar básico de una sociedad.
El lobby gay también dice que reivindica los derechos sexuales y reproductivos como «derecho humano”. En relación al aborto, Insulza hace un primer intento de esquivar la polémica bajo el argumento de que es un tema «muy delicado”. Pero después entra en trompa para justificar la necesidad de su despenalización.
«Rechazo completamente la penalización para las mujeres que abortan (…) Yo estoy completamente contra el aborto (…) El punto es que el aborto ocurre (…) Hay que escuchar todas las opiniones (…) En beneficio del diálogo hay dejar de lado la mayor cantidad de prejuicios».
Esto quiere decir que deberíamos legalizar todo lo que ocurre en el mundo, simplemente porque ocurre, sin importar si está bien o mal o si le hace daño o no a una sociedad.
Insulza ha estado comprensivo con los movimientos abortistas y el lobby gay. En cambio, no ha querido escuchar a los jóvenes que le pedían un posicionamiento más firme de la OEA en relación a la violación de los derechos humanos en Venezuela. Ha rehuido la pregunta.
Tampoco ha hecho caso a los más de 13 mil paraguayos que se manifestaron a favor del derecho a la vida, una noche previa de la primera sesión, ante la sede de la OEA en Asunción y que hoy volvieron a ocupar ese espacio durante el encuentro entre funcionarios de los 34 países representados y miembros de la sociedad civil integrantes de casi 400 asociaciones registradas.
En esta oportunidad podemos manifestarnos.
No dejes de hacerlo. Es un deber defender los valores familiares en toda América Latina.
Estoy de acuerdo en que la familia es la célula fundamental de la sociedad, pero no podemos olvidar que la familia está formada por hombres y mujeres de todas las edades, condiciones económicas, religiosas , culturales, políticas y sociales y que no se puede excluir a ningún miembro de ella de sus derechos fundamentales so pretexto de pertenecer a una minoría o de no tener voz y/o voto. Así como hay que proteger a la familia conocida tradicionalmente como conformada por un hombre y una mujer lo que supone la procreación; del mismo modo hay que proteger aquellas familias de hombre y mujer o de otra composición que por razones no siempre de libre elección no pueden procrear naturalmente y tienen que privarse de dicho derecho u optar por la adopción. De igual manera, así como se debe proteger la salud reproductiva, esta protección no debe ser a costa de la salud de los niños que están por nacer pues ellos tienen igual derecho a la vida como derecho fundamental de todo ser humano. El derecho de los unos no puede excluir el derecho de los otros so pena de caer en la desigualdad y por tanto en la injusticia. Si bien es cierto que el matrimonio entre personas del mismo sexo parece carecer de lógica, también lo es que no se hizo el hombre para vivir solo y que por lo tanto una pareja de personas LGBTI que son humanos como cualquier otro humano está en su legítimo derecho a establecerse como familia para darse compañía y apoyo mutuo y si sus condiciones mentales, sociales y económicas se lo permiten, poder contribuir en la noble tarea de criar hijos y hacer de ellos seres dignos y útiles para las instituciones de su país y del conglomerado religioso al que pertenezcan. No se trata de ser obcecados, cerrados y tradicionalistas, sino de usar la recta razón y la verdadera inteligencia para defender y promover la justicia de todos sin excepción alguna.