Defender la Familia
Fuente: Nuevo Siglo
1 Abr 14
GUILLERMO LEÓN ESCOBAR
Familia o educación
Se equivoca Peñalosa tanto como se ha equivocado María Fernanda Campo y lo hará la vicepresidenta Segovia insistiendo en que la prioridad es ante todo la educación. Lejos de toda sensatez sería estar contra la educación. Claro está que el desacuerdo reside en que ellos llaman educación exclusivamente a la formación técnica, a la capacitación, a la instrucción pública y en algunas instituciones a esa erudición que trata de imitar sin éxito los logros de Pico Della Mirandola. Pero, “¿educación”? Educación es otra cosa y para entenderla es preciso colocar las cosas al derecho, la educación arranca en la familia y es muy difícil que se dé fuera de ella. La familia siembra -en la persona que llega- las semillas de los valores, organiza su jerarquía y dota de los primeros instrumentos que los llevan a la práctica.
Las sociedades que ya han caído en crisis, han podido medir que buena parte de sus problemas han sido causados por “seres inteligentísimos” que -obnubilados por el exitismo, el desaforado consumismo, el afecto al dinero fácil, el egocentrismo y la ley del más fuerte- han sacrificado el Bien Común y lo han sustituido por su bienestar individual o de “tribu”. Hay quienes dicen -y creo que en muchos casos aciertan- que la mala educación se aprecia en aquellos que “elegimos”. Esas sociedades desde su crisis -sin dejar de pensar en la capacitación, en la investigación y en la ciencia- están retornando a pensar que solo una familia bien cimentada, unos valores que se practiquen a cabalidad y generen comunidad harán posible que la sociedad se re-encuentre y diseñe su camino porque es cierto que “si no peleamos juntos seremos ahorcados por separado”.
La familia enseña -es cierto- la libertad con responsabilidad; instruye en la equidad y le da sentido y dinámica a la solidaridad; prepara para entender la diferencia entre “progreso y desarrollo” en donde este es el progreso compartido por todos.
Nada ganamos con el éxito en la instrucción ni con que haya un computador por niño, ni con la conquista de mejores calificaciones en Pisa si en las escuelas tenemos que seguir viendo la hegemonía de los “pequeños monstruos” que desde ahora torturan a los débiles o de los jóvenes para los cuales se viene habilitando el acceso a las drogas y a lo que en gana les venga para no fallarle a la ONU en aquello del “libre desarrollo de la personalidad” jóvenes que golpean y aun matan y creen que “dando la cara” ya han solucionado los líos con su conciencia, asunto que no funciona porque la educación eliminó la culpa como referente.
Este pecado de olvidar la familia es el pecado de la actual Ministra, de la propuesta de Peñalosa y de la tímida expresión de la candidata a la vicepresidencia que no se atreven a defender la familia, la vida y las responsabilidades que se tienen en la construcción de una sociedad más humana.
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