La solución está en los padres valientes

Cuando todo parece desesperanza, cuando el entorno y la cultura son nuestros mayores enemigos para educar hijos sanos, fuertes y con valores. Cuando todo lo tenemos en contra, y el mundo se torna hostil, cuando los valores no importan y la fe es artículo de museo, es cuando con mayor fuerza y optimismo debemos volver a mirar la institución familiar.

La familia sustentada en un hogar, sustentada en la presencia de padres que sueñan con un futuro para sus hijos. Sustentada en padres que viviendo en el mundo, mantienen su fe y sus creencias  intactas. Que se levantan cada mañana orgullosos de alimentar su vocación de educadores y su espíritu de docencia, para convertirse en verdaderos formadores de juventudes. Padres que buscan construir, cada día, un hogar que sea escuela de valores y virtudes, que no desdibujan ni confunden las metas y los medios que quieren alcanzar con sus hijos en las diferentes etapas de la vida. Padres que entienden que en sus manos tienen la más preciosa perla, que debe ser moldeada, perfeccionada y enderezada pacientemente, buscando desarrollar todos los espacios de una formación integral, formada en el mundo y en lo espiritual. Formación que comienza   en el corazón y en donde la intención es que allí viva el amor, la generosidad y la entrega al prójimo.

Padres que entienden que la meta de formación consiste en poder entregar a la sociedad, en cada hijo,  un hombre o una mujer generosos, capaces de compartir sus riquezas y capaces de disfrutar las circunstancias que la vida les traerá. Es entregar un hijo brillante,  que con una sonrisa camine hacia el éxito, haciendo que él y los que le rodean sean exitosos. Padres que entienden el valor de la disciplina, de la voluntad y del sufrimiento controlado, como herramientas grandiosas de educación para la reafirmación del amor, la conciencia y la responsabilidad. Padres que entienden que se educa amorosamente en libertad,  sin control ni imposición, pero en una libertad poco a poco ganada y no obsequiada. Padres que con su ejemplo  ganan el respeto, el amor, la honra y la confianza de sus hijos. Padres que son conscientes que en ocasiones hay que decir un No, con valentía y firmeza, para que sus hijos entiendan el sentido de autolimitarse, de alejarse del peligro y comprendan el valor de su vida y el poder de alimentarla con ideales grandes. Padres que saben vivir en el amor, que enseñan que en casa se vive el amor, que propician un hogar amable con el buen trato, con el respeto y que con el diálogo  evitarán que sus pequeños crezcan con inseguridades en el corazón, que más adelante lastimarán su identidad.

Sólo los padres que ponen el amor por encima de la instrucción y de la preparación para vivir en el mundo y lo sustentan en una fe sólida, contrarrestarán exitosamente la devastadora fuerza de la ideología de género, en el corazón de sus hijos, en su hogar, en la cultura y en el mundo. En las manos de los padres de familia está la fuerza, está la esperanza, está la solución. Valientemente atrevámonos a dar UN PASO AL FRENTE,  para proteger la grandeza de nuestros hijos, porque ser padres es verdaderamente una PASIÓN!!